Por lo general, de mayo a octubre es la época preferida para casarse para la mayoría de las parejas.
Sin embargo, te ofrecemos una serie de ventajas por las que casarse en invierno sí es una buena idea.
– Casarse en invierno es una gran oportunidad para ganar tiempo en la planificación de tu boda. En los meses invernales, hay una mayor disponibilidad de fechas, tanto para la iglesia (si la boda es religiosa) como para el lugar del banquete y la fiesta posterior.
– En cuanto al vestido de novia de invierno, el frío no es un impedimento para lucir como una princesa, sino una oportunidad para marcar un estilo original y rompedor. Por ello, huir de los clásicos y atreverse con unos botines en lugar de zapatos o una estola de pelo natural se postulan como detalles que sorprenderán gratamente a tus invitados. Hay infinidad de complementos de invierno que puedes aprovechar para erigirte como una nueva gurú de la moda de novias.
– Podéis aprovechar también esta época del año para dar un nuevo aire a la decoración,creando una atmósfera acogedora y reconfortante con flores de invierno para la boda, velas, estufas, chimeneas y un largo etcétera que alimente el espíritu invernal. Si todavía mantienes la ilusión y te gusta la Navidad, podrás jugar con esa baza y evocar un ambiente navideño, tan revolucionario como encantador para el ámbito de una boda.
– Una de las mayores ventajas de este cambio de fechas pertenece al ámbito económico. En temporada baja es muy frecuente que te hagan un descuento sobre el alquiler del espacio que elijas.
– ¿Y la luna de miel? Es la guinda del pastel del gran acontecimiento nupcial, el invierno es buen momento para atrapar las mejores ofertas en viajes y elegir destinos que coincidan con su época de verano, como la deseada Australia o la especial Sudamérica. En este sentido, no solo ahorraréis en el presupuesto del viaje, sino en superpoblación de parejas y turistas que escojan el mismo destino que tú. El turismo agradable y el relax son los mejores aliados en un viaje de novios.
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